LIBRO VALORES CIUDADANOS


VALOR EL RESPETO

Respetar implica estimar, valorar debidamente la condición personal
de los demás y estar dispuesto a colaborar con ellos para que desarrollen
plenamente su personalidad.
Cuando el poder hacer se transforma en deber, es un acto de respeto;
el acatamiento a las leyes o reglas sociales se llama respeto. Si se es correcto,
bien se puede esperar que los demás sean correctos con esa persona. Esto es
lo que se llama “vigilancia interior” o conciencia que obliga aun estando solo y
sin testigos a someterse a esa constitución no escrita de valor universal llamada
la moral.
4.8.1 Respeto
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Cuando se reconoce el respeto, aparece el deber, pero no un deber
impuesto por los demás, por la familia o por la sociedad; el deber tiene que
surgir de sí mismo como una secreta voluntad de superación.
Una forma de respeto, es el respeto familiar. La familia es el mundo
humano organizado más inmediato que distingue a los seres humanos, a
medida que los hijos van creciendo comienzan a tener deberes que ellos deben
ver, no impuestos por los padres.
Otra dimensión importante es el respeto a la gente, con quien se trata
a diario y que componen el entorno, el mundo social de cada quien. Existen
semejanzas, tienen algo en común, son hombres y mujeres tratando de convivir
en sociedad, niños, adolescentes, adultos y ancianos que tienen sueños de
progreso y desean hacerlos realidad.
Por último, se considera el respeto a la naturaleza, conservar el escenario
natural donde el ser humano se desarrolla. El tumbar un árbol, agredir las
plantas, los animales, ensuciar y deteriorar el ambiente por cualquier medio y
a cualquier escala constituye un delito, porque se está agrediendo el espacio
común. Un gato, un perro, un pájaro, un reptil o un insecto forman parte del
equilibrio ecológico. La ecología es hoy por hoy, una ciencia universal, cuyo
objetivo es la protección, el cuidado y la defensa de los recursos naturales del
planeta; cuidando sus ríos, sus bosques, su atmósfera, sus mares, sus animales
se respeta la naturaleza.
En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se determina la
importancia de respetar los derechos y deberes establecidos que poseen los
seres humanos. En todos los derechos está implícito el valor respeto. Igualmente,
la CRBV ratifica el respeto por los derechos humanos y señala un conjunto
de deberes que implican respeto a la Constitución, a la patria, a sus símbolos
patrios y valores culturales. Asimismo, es subyacente el respeto a la vida, a la
ciudadanía, al ambiente, a la familia, entre otros.
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ÉTICA, MORAL Y VALORES

Los problemas de inseguridad, la forma de actuar de los jóvenes, el ausentismo escolar, el desempleo, la desnutrición, entre otras situaciones que afectan en la actualidad al núcleo familiar y a la sociedad en general, son atribuidos a una crisis de valores, y se señala como responsables al gobierno, a la familia, la escuela y medios de comunicación.

Sin embargo, los analistas sociales consideran que esta crisis tiene sus raíces en la estructura social, política y económica que ha caracterizado a nuestra sociedad a lo largo de la historia. En correspondencia con este planteamiento, analizamos factores intrínsicos de esta realidad como la ética, moral y valores, que les sirven a las personas hacer posible la vida en sociedad, mediante la aceptación de leyes, normas y preceptos para el logro de la convivencia sana y armónica, por cuanto sólo en sociedad es posible alcanzar una vida auténticamente humana.

De acuerdo a lo indicado por psicólogos y sociólogos, toda criatura al nacer trae consigo una diversidad de impulsos y tendencias que lo llevan a desarrollar algunas conductas no aprendidas. Es como la manera natural del ser de la persona, al respecto Albornoz (1997) expone:

“…esa manera natural de ser es a lo que se ha llamado temperamento. Este constituiría la primera naturaleza. Luego, a través de la educación recibida, principalmente en la familia y en la escuela, se van instalando una serie de hábitos y actitudes que pasan a constituir el carácter, el cual es, por supuesto, algo adquirido. A ésto último es a lo que se ha llamado segunda naturaleza. A ese carácter es lo que los griegos llamaron Éthos, el cual podía cultivarse esmeradamente y pasar a constituir la Areté”. (pág.10)

            De lo anterior se desprende el origen de la ética, moral y valores, que surgen cuando los ciudadanos comienzan a buscar una explicación racional de esas normas, leyes y preceptos, en lugar de aceptarlas como las impone la tradición. La palabra ética, según Albornoz (ob.cit.) etimológicamente proviene del vocablo griego “ethos”, el cual originariamente poseía dos significados diferentes. Un primer significado que hacía referencia al sitio donde el individuo habitaba. Una vez que ingresó al vocabulario filosófico con esta acepción llegó a enriquecerse y pasó a una segunda significación referida al lugar que el hombre porta en sí mismo, a su actitud interior, es decir, al modo de ser particular de una persona, al carácter entendido no como lo dado por naturaleza sino como algo adquirido por hábitos. 

 Para Aristóteles (citado por Ramos, 2001) en la ética de Nicómaco, las virtudes esenciales como la sabiduría, prudencia, valor, justicia, dominio de sí, generosidad, magnanimidad, nobleza de espíritu, pundonor, mansedumbre, veracidad, cortesía, amistad, encarnan el tipo ideal del hombre, su propio Yo. Según este criterio, la ética es algo propio de cada persona, es su modo de ser y actuar, medios por los cuales el hombre llegará al ethos, lo que le va a permitir educar su conciencia, conocerse a sí mismo, su entorno y por tanto, hacer juicios de sus acciones, es decir, distinguir entre lo bueno y lo malo. Es lo que los estudiosos llaman la conciencia moral. De aquí se desprende la relación entre ética y moral.

Para Albornoz (ob.cit), la palabra moral tiene su origen en la correspondiente latina “mos”. Este término, originariamente tenía varias significaciones: costumbres, modo de vivir, deseo, capricho, gusto, carácter, modo de ser, norma, precepto. Es decir, ética y moral se usaban indistintamente. Podría decirse entonces, que para los romanos la moral era lo mismo que ética para los griegos. Durante la edad media y hasta mediados de la modernidad se usaron ambas palabras como sinónimos, aunque con una marcada preferencia por la palabra moral, entre otras cosas, porque los filósofos acostumbraban escribir sus obras en latín y el vocablo “mos” pertenece a la lengua latina. Fue a partir de de Kant cuando se hizo la separación conceptual de estos dos términos.

El término moral pasó a caracterizar los juicios, las reglas, las actitudes y preceptos establecidos por una determinada sociedad, con el fin de regular el comportamiento de los individuos, no solo en su vida privada, sino también en sus relaciones con el prójimo. En este sentido, Albornoz (ob.cit) define la moral como “…el conjunto de los juicios de valor, de los ideales, virtudes e instituciones a través de las cuales tiende el hombre a realizar los valores de lo bueno…”.

A la vista de este concepto, la moral de una sociedad es producto del modo de ser de todo hombre y mujer, cuyas cualidades y defectos han sido influenciados por su entorno biopsicosocial e histórico en el cual nació, se crió y en el cual actúa. En consecuencia, la moral no cambia a lo largo de los siglos, puesto que desde la creación del hombre ha existido la desobediencia, el odio, la indignidad, la envidia…; es decir, la lucha entre el bien y el mal ha estado presente desde que se originó el mundo. No obstante, también han existido los valores que han dignificado al ser humano: el amor, el respeto, la tolerancia…. Ahora bien ¿Qué son los valores?.

Para Guerrero (1998), “El término valor tiene su etimología en el verbo latino valere, el cual significa estar sano y fuerte, connotación que se amplía desde el escenario físico orgánico a los ámbitos: psíquico, ético, social, económico, artístico y otros” (p.14). Según este criterio un valor representa algo importante en la existencia humana, pues el ser humano está dotado de voluntad que a través de la experiencia adquiere su cultura, proceso que lo lleva a desarrollarse como persona, cuestión que le permite incorporarse y participar en el mundo de los valores.

Para otros autores los valores son:  
·        “Algo adquirido hasta el punto de convertirse en hábito, algo querido por la voluntad y que acaba siendo asimismo, objeto de deseo”.         (Victoria Camps)                                        
·         “Son elementos estructurales del conocimiento humano que el individuo utiliza cotidianamente como marco de referencia a su interacción con los demás”. (Adela Garzón y Gorge Garcés).

·         “Son características de la acción humana que mueve la conducta, orientan la vida y marcan la personalidad”. (García Mauriño)

 En este sentido, Ramos (2000), expresa lo siguiente:

…Los valores son componentes culturales y la tarea de la educación es integrar a los hombres y a las mujeres en este marco común de la sociedad a la que pertenecen, para compartir lo existente en ella. Generalmente los valores suelen ser compartidos, pero no hay que olvidar que existen valores individuales, dando lugar así, a lo relativo del valor personal de las cosas. Lo valorable es todo; desde las cosas materiales tangibles como los objetos o el dinero, hasta las intangibles como las virtudes o rasgo de carácter. (p.77).

Al respecto, todos estos conceptos coinciden en mostrar que los valores en su filosofía, no son más que valorar en el campo de lo que es bello, como esencia las cualidades contenidas en las creaciones humanas. Llorenc y otros (1995), señalan dos postulados: “(a) Su procedencia humana y la encarnación de ellos dentro de los bienes culturales. (b) Su existencia ideal, que originan su reconocimiento teorético, prescindiendo de su origen empírico para precisar su simple naturaleza humana” (p. 19).

De acuerdo a estos postulados, la existencia de los valores sólo es reconocida y pensada por la mente humana; por lo que se generan caracteres comunes y diferenciales en cuanto a valores del saber científico, de la vida moral, del arte, de la religión y otros. Este mismo autor considera desde cuatro ángulos los valores: ideal, empírico, cultural y personal.

Partiendo de estos cuatro ángulos, las características generales de los valores son: polaridad, gradación, modalidad y jerarquización. Estos términos se definen así: Polaridad: es la percepción humana que se tiene de los valores, se mueve en dos posiciones, a razón de valor positivo y valor negativo. Gradación: es la intensidad o abundancia en que se presentan los valores, esta situación es de acuerdo como lo produzca y reconozca el ser humano. Modalidad: significa que cada valor se concentra y se ubica de acuerdo con categorías, como por ejemplo: los valores científicos están en las creaciones científicas, los morales en la moral y los artísticos en el arte. Finalmente la jerarquización, es el orden jerárquico, bien sea valores superiores e inferiores. Este orden dependerá de las experiencias vividas por el individuo dentro de su realización cultural y social.

Es importante destacar, que el reconocimiento en el individuo de su escala de valores garantiza, además, una mayor transparencia y autenticidad, unos niveles considerables de coherencia entre lo que se piensa y como se actúa y en definitiva, una mayor felicidad para el sujeto que asume la responsabilidad personal de construir, casi en solitario su propia vida.

Partiendo del análisis formulado, la ética, la moral y los valores son una correlación de actitudes que marcan el comportamiento del individuo en la sociedad, como producto del aprendizaje en su entorno familiar o contexto en el que se desenvuelve. Significa entonces, que si su conducta es contraria a los principios que mueven estos elementos, estaríamos frente a una crisis de valores que desencadenan en problemas sociales como: delincuencia, drogas, embarazo precoz, entre otros.
BIBLIOGRAFÍA

ALBORNOZ, A. (1.997). Ética para jóvenes. Venezuela. Editores Vadell.

GUERRERO, S. (1.998). Desarrollo de valores. México. Ediciones Monterrey. Nuevo León.

LLORENC, C., y Otros. (1.995). Cómo educar en valores. Madrid, España. Ediciones Narcea.

RAMOS C., M. (2.000). Para educar en valores. Teoría y Práctica. Universidad de Carabobo. Valencia, Venezuela. Editorial El Viaje del Pez.

RAMOS, M. (2.001). Para educar en valores. Venezuela. Ediciones Paulina.